Reacciones adversas más frecuentes de los fármacos anti epilépticos (FAE)
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Cualquier medicina tiene la potencialidad de provocar efectos secundarios, registrados por los estudios clínicos y la experiencia diaria. Así, cada fármaco tiene un grupo de efectos adversos con distinta frecuencia de aparición, lo que se conoce como perfil de seguridad. Que ocurran en un paciente y no en otro con idéntico tratamiento muestra que en último término tienen un carácter individual.
Efectos adversos a corto plazo
Efectos adversos a corto plazo. Cuando se inicia un tratamiento existen dos tipos fundamentales de efectos adversos que pueden aparecer a corto plazo (agudos o subagudos):
Dosis dependientes o de tipo A:
Son los más habituales en cualquier sujeto que esté bajo un tratamiento, y no son graves. Están muy relacionados con el mecanismo de acción del fármaco de tal forma que están influidos por la dosis utilizada, al igual que la propia eficacia en el control de las crisis en el caso de los FAE. Son poco específicos ya que la mayoría de los FAE tienen similares efectos adversos de tipo A, y por tanto pueden ser aditivos en politerapia.
Los más frecuentes son somnolencia, dificultad de concentración y sensación de “mareo”.
Al estar relacionados con la dosis suelen aparecer con la primera toma, tras una subida posterior de dosis o tras la adición de otro FAE. Son el motivo principal de utilizar la titulación del fármaco (aumento gradual de la dosis) ya que es frecuente que se genere adaptación del organismo a la sustancia y desaparezcan los efectos adversos iniciales. Esta adaptación, denominada tolerancia, explica que puedan ser síntomas transitorios. Igualmente, pueden desaparecer o disminuir si se baja la dosis o se realiza una titulación más lenta. En la mayoría de los casos se podrá mantener el fármaco si éste se muestra eficaz para el control de las crisis.
Idiosincrásicos o de tipo B
Son efectos adversos raros (aunque dentro de esa rareza con gran variabilidad entre unos y otros), a veces graves, más específicos que los de tipo A (provocados por uno o muy pocos fármacos) e inesperados, en parte por la falta de relación directa con las dosis usadas. Esa imprevisibilidad es equiparable a la de las reacciones alérgicas.
Los más frecuentes en los FAE son las reacciones dérmicas que oscilan entre leves erupciones y graves lesiones necróticas de la piel; también puede ocurrir una afectación general con adenopatías, fiebre, daño visceral y marcadores inflamatorios. Menos frecuentes son las reacciones hematológicas.
Estos efectos pueden ser graves por lo cual el paciente debe consultar de manera urgente. Con frecuencia será necesario cambiar de fármaco.
Efectos adversos a largo plazo
El uso de un fármaco puede provocar efectos colaterales crónicos que pueden ser de dos tipos:
Crónicos o tipo C
Se producen por exposición mantenida al fármaco, y probablemente están relacionados con la carga total del fármaco sin que intervenga aquí la tolerancia. En los FAE los más apreciables son la variación en el peso, caída de cabello, inflamación de encías, hirsutismo (vello excesivo), litiasis renal o alteraciones cognitivas.
Sin embargo, la experiencia clínica nos da conocimiento de otros efectos no tan apreciables por el paciente o el médico, relacionados con el sistema cardiovascular (arterosclerosis), metabolismo óseo (osteoporosis, osteomalacia), metabolismo lipídico (hiperlipemia) y sistema hormonal sexual (impotencia, disminución de la libido). Teniendo en cuenta que la mayor parte de los enfermos con epilepsia quedarán libres de crisis con un sólo fármaco y que pueden mantener éste muchos años la seguridad crónica es un factor determinante para la elección del fármaco en las primeras consultas.
Teratógenos o efectos en el desarrollo
embrionario y fetal
Forman parte de los efectos de larga latencia o tipo D en los que la afectación se produce con el fármaco
y se mantiene cuando éste desaparece. Todos los FAE en mayor o menor grado pueden alterar el desarrollo del producto de la gestación. Aunque hay datos preclínicos en animales, la principal fuente de conocimiento es retrospectiva, desde la experiencia clínica, y existen diversos registros internacionales de embarazos en mujeres con epilepsia.
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