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Pronóstico de la epilepsia
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Temas tratados
Probabilidades de alcanzar el control de las crisis con FAE
Retirada de los fármacos antiepilépticos
Riesgo de muerte asociado a la epilepsia
Comorbilidad. Incidencia de otras enfermedades en la personas con epilepsia
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Probabilidades de alcanzar el control de las crisis con FAE
En términos generales el pronóstico de la epilepsia es bueno. Se han realizado varios estudios que han investigado la probabilidad de que una persona con epilepsia permanezca sin ninguna crisis durante al menos dos años mientras toma el tratamiento. Estos estudios muestran que esta probabilidad se encuentra en torno al 80-90%, tanto para niños como para adultos. No obstante, llegar a esta situación puede requerir varios años y probar más de un fármaco antiepiléptico. A largo plazo, al menos un 50-60% de niños y adultos pueden dejar de tomar el tratamiento. Por otra parte, aproximadamente el 12% de los niños y el 16% de los adultos presentan epilepsias difíciles de controlar y continúan teniendo crisis frecuentes a pesar del tratamiento. Es lo que se conoce como epilepsia resistente a fármacos. En niños, la probabilidad de lograr el control de las crisis es menor si se asocia una discapacidad intelectual o una parálisis cerebral o si se encuentran lesiones en la resonancia magnética (RM) cerebral. Tanto en niños como en adultos, la persistencia de las crisis tras los primeros meses de tratamiento, también disminuye la probabilidad de lograr el control.
Retirada de los fármacos antiepilépticos
Indicación para retirar los fármacos antiepilépticos en las personas sin crisis epilépticas y riesgo de recurrencia. El tratamiento de la epilepsia no es necesariamente un tratamiento de por vida. Muchas personas pueden dejar de tomarlo. No obstante, la única forma de saber si una persona continúa necesitando el tratamiento es intentar suspenderlo.
En última instancia, debe ser la propia persona, o sus padres en el caso de los niños, quienes tomen la decisión final, una vez informados por el neurólogo o neuropediatra de los riesgos de continuar o suspender el tratamiento.
Se considera que se puede intentar suspender el tratamiento a partir del momento en que han transcurrido al menos dos años sin ninguna crisis. Estudios con niños y adultos han encontrado que el riesgo de tener alguna crisis epiléptica tras la retirada de la medicación en personas libres de crisis durante al menos dos años es del 30-40%. En los estudios que han incluido únicamente niños el riesgo es del 20-30%. Para valorar adecuadamente estas cifras debe tenerse en cuenta que la continuación del tratamiento no garantiza que la persona se mantenga sin crisis. Por ejemplo, en un gran estudio con niños y adultos, la probabilidad de tener crisis fue del 41% en las personas que suspendieron el tratamiento y del 22% en las que lo continuaron.
Existen una serie de factores que influyen en el riesgo de recurrencia. El riesgo de recurrencia es menor para ciertos síndromes epilépticos del niño y disminuye ligeramente conforme aumenta el tiempo que la persona se ha mantenido libre de crisis. Por el contrario, el riesgo de recurrencia es mayor cuando las crisis han tardado en controlarse, hay antecedentes personales de convulsiones febriles, se asocia una discapacidad intelectual o el EEG está alterado antes de proceder a la retirada de la medicación. No obstante, ninguno de estos factores por sí solo aumenta tanto el riesgo de recurrencia como para contraindicar la retirada de la medicación. Existen calculadoras del riesgo de recurrencia que tomando en consideración todos estos factores permiten hacer una estimación del riesgo de recurrencia. Estos recursos pueden ayudar a la persona con epilepsia y a su médico a tomar una decisión conjunta.
Como debe suspenderse el tratamiento con FAE
El tratamiento antiepiléptico debe ser suspendido de modo progresivo, pero se desconoce cuál es la duración óptima del periodo de supresión. Son razonables periodos de entre 4 semanas y 6 meses.
Pronóstico de los distintos síndromes epilépticos
Algunos síndromes epilépticos tienen un mal pronóstico, como por ejemplo el síndrome de West, en particular cuando se encuentra una lesión responsable del mismo, el síndrome de Lennox-Gastaut y el síndrome de Dravet.
En cambio el pronóstico es bueno para la epilepsia benigna de la infancia con puntas centrotemporales, el síndrome de Panayiotopoulos y la epilepsia-ausencia infantil. La mayoría de los niños con estos síndromes se controlan bien con el tratamiento y el riesgo de recurrencia al suspender la medicación es bajo.
Las personas con epilepsia mioclónica juvenil se controlan bien con la medicación pero el riesgo de recurrencia al suspenderla es alto, si bien hay personas que pueden dejar el tratamiento.
La epilepsia del lóbulo temporal responde mal al tratamiento en muchos casos y puede requerirse un tratamiento quirúrgico.
Muchas personas con epilepsia no tienen un síndrome epiléptico bien definido y en estos casos hay que guiarse por los factores pronósticos más generales que ya se han comentado.
Riesgo de muerte asociado a la epilepsia
Las personas con epilepsia tienen, en términos relativos, una mortalidad entre 1,6 y 4 veces mayor que la población general. En términos absolutos (por ejemplo por 1000 habitantes y año), esto supone en realidad un pequeño aumento del riesgo de muerte. Además, la mayor mortalidad se observa principalmente en personas con discapacidad intelectual, parálisis cerebral o lesiones en la resonancia magnética (RM) cerebral, lo cual indica que se debe sobre todo a la causa subyacente de la epilepsia. El incumplimiento terapéutico parece aumentar también el riesgo de muerte.
Existe además un pequeño incremento de la mortalidad relacionado con las propias crisis epilépticas. Es lo que se denomina SUDEP (del inglés, “sudden unexpected death in epilepsy”). Este riesgo es muy pequeño, del 0,35/1000/ año y se piensa que se relaciona sobre todo con el mal control de las crisis
Comorbilidad. Incidencia de otras enfermedades en la personas con epilepsia
Los adultos con epilepsia sufren con mayor frecuencia que el resto de la población de depresión, ansiedad y algunas otras enfermedades como las cardiovasculares, cerebrovasculares, neumonías o enfermedad pulmonar crónica.
Un 20-30% de niños con epilepsia tienen discapacidad intelectual, ya antes del comienzo de la epilepsia. Incluso los niños con un cociente de inteligencia normal pueden tener otros déficits intelectuales más sutiles, tales como trastornos del lenguaje, trastornos del aprendizaje o trastorno por déficit de atención-hiperactividad. También parecen más propensos a la ansiedad y la depresión. Se ha demostrado que estos trastornos están ya presentes en muchos casos al comienzo de la epilepsia y antes de que se inicie el tratamiento. Por tanto, en general, deben entenderse como problemas asociados y no como problemas causados por la epilepsia. No obstante, muchos niños y adultos no tienen ningún problema o no les supone una limitación apreciable en su vida diaria.